miércoles, 28 de septiembre de 2016

No puedes regresar a casa*

Aunque te duela, aunque lo anheles con todas las fuerzas de tu alma, no puedes regresar a casa. El camino que iniciaste no tiene retorno, y aunque la vida te devuelva al punto de inicio, tú ya no serás el mismo, todo aquello que conociste habrá cambiado.

Los lugares que una vez amaste se irán diluyendo con el paso del tiempo y no volverán. Las personas que te amaron se quedarán abrazadas a tu recuerdo, pero aquellos momentos que las convirtieron en seres únicos se desgastarán.

No puedes regresar a casa porque su lugar será ocupado por una estructura increíblemente parecida al hogar en el que creciste. Tu cama ya no será tu cama, será un estrecho colchón para pasar la noche y tus libros se convertirán en un montón de retazos de papel que dieron vida a la precaria maquinaria de tus ideas.

Las palabras vertidas sobre el papel en noches de insomnio ahora serán sosas y ridículas. Quemarás la esperanza del amor idílico a fuego lento y lo avivarás a ratos arrojando trozos de recuerdos que compartiste con ella, hasta que las llamas de la racionalidad la consuman por completo.

Verás con tristeza que tus amigos ya nos aquellos con los que creciste, amaste, perdiste y ganaste. El sol calentará de forma diferente, la lluvia será fría y ruidosa. Tu viejo amor de la escuela caminará de la mano con su hijo, pero ya no pensarás que pudiste ser tú su padre. El sonido de las aves será como el de cualquier lugar. Ya no será más tu hogar.

Caminarás por la calle y verás a las personas que nunca dejaron el barrio y pensarás en todo lo que se han perdido. Andarás por la acera no con un sentimiento de superioridad, sino con un sincero agradecimiento, le darás gracias al destino por dejarte caer y soñar entre aquellos caminos de asfalto.


*Texto inspirado en You can't go home again, de Thomas Wolfe

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