martes, 8 de noviembre de 2011

Percepción musical

La música, en la más burda de sus definiciones, es el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo. Es la más burda por que no explica que también es una máquina de recuerdos, pastillas de pasado que se digieren por los oídos. Lo que tampoco nos dice es que no existe. Que es un arte Iterativo que ve su muerte en el clímax de un embrujo que nos atrapa el alma. Que nos muestra lo que el mundo no nos deja ver.


El arte de las musas (por su derivación etimológica proveniente del griego), es capaz de transportarnos a aquellos rincones del ayer que creíamos olvidados. Son capsulas de añoranza con un efecto inmediato sobre el hipocampo. Pasajes de nuestra vida congelados en análogos y rudimentarios platos de 45 o 33 RPM; o espectros encerrados en modernos códigos de ceros y unos.


La música no existe, es un fantasma que se nos muestra cuando las circunstancias son propicias, cuando el prestidigitador hace sonar las notas correctas. Es un ser invisible que, aunque puede ser plasmado en papel por rigurosos pentagramas y encerrado bajo claves (sea de sol o fa), sólo adquiere vida cuando es interpretado. Se le trae al mundo y antes que pueda recorrerlo a sus anchas se le da muerte y se le monta un sepulcro de aplausos, se entierra en la memoria y, sólo en casos especiales, hace germinar una flor.


A diferencia del cine, el teatro y la pintura, el arte sonoro no reproduce la realidad, aunque algunos se hayan montano en él para protestar en contra de las injusticias de su tiempo. Un violín no tiene un símil dentro de la naturaleza, el sonido del piano no se encuentra entremezclado con el croar de las ranas a media noche. No son pisadas de elefantes sino timbales de orquesta lo que hace retumbar los pechos de quienes asisten a los recitales de las filarmónicas.


Y mientras que la escultura, la fotografía y la danza se apoderan de las imágenes circundantes y las hacen arte, la música explora los rincones intangibles de las emociones humanas. Eso que difícilmente se plasma en un lienzo, lo hace sentir la música, las notas, los arpegios.